lunes, 20 de octubre de 2014

"Los humoristas somos como los niños: vamos buscando límites"

Hoy, lunes 20 de octubre de 2014, publico, como quedó avisado, un extracto de la entrevista que pude realizar el pasado día 15 de octubre a Berto Romero. De nuevo, quisiera darle a él, las gracias por prestarse a este evento y, sobretodo, gracias por entrar cómodamente al juego de esta entrevista y responder con tranquilidad, curiosidad y franqueza. Lamento que, en algún caso, no pudiera ser más claro yo a la hora de preguntar. En cualesquiera de los casos, las respuestas fueron muy interesantes y, también, útiles para mi investigación (espero que se me conceda una segunda oportunidad, para preguntar aquello que me quedó en el tintero).
En fin, si queréis escuchar el audio de este extracto de entrevista (parte general de la entrevista), podéis hacerlo en el siguiente link:





Aquí dejo la transcripción de las preguntas realizadas en el audio;

1r bloque, rompiendo el hielo:

(Min 0- 06:51)

1) No sé si alguna vez has reflexionado, más o menos seriamente, sobre lo que hace reír de lo que tú dices?


Lo cierto es que sí que he reflexionado un poco sobre ello, dado que soy muy curioso  respecto a los mecanismos del oficio. 
El hecho de haberme formado como guionista, enfocado especialmente a la ficción, también me ha facilitado estudiar los mecanismos de la comedia, aunque ya solo fuera como herramienta de trabajo. 
De todas maneras, me hallo en una especie de contradicción. Por un lado, quiero tener claro lo que opera en la comedia pero, por otra parte, al ser yo un intérprete de mi propia     comedia, también tengo la necesidad de reservar algo de misterio, más que nada por     temor a perder la espontaneidad. 
Está claro que, cuando hago reír, están operando diferentes mecanismos básicos de lo  que es la teoría del guión de humor clásico (cebo, expectación...) pero es innegable que no solo opera eso. Que hay otros componentes más personales y menos definidos (no tan mecánicos) que provocan esa risa: mi naturalidad, mi espontaneidad, mi comodidad.. Dado que el humor es sorpresa, al conseguir sorprender con mi comportamiento en plató, por ejemplo, conseguía hacer reír.



(Min. 6:52- 12:51)
    
2) Berto Romero dice, en anteriores entrevistas, aborrecer lo políticamente correcto. ¿Crees que ser políticamente correcto es compatible con dedicarte al mundo del humor?
 

Yo creo que no es compatible.  
Lo políticamente correcto es como una especie de miedo que sirve para autocensurarse. No hay una constitución consensuada por todo el mundo que diga qué es aquello políticamente correcto. 
Lo políticamente correcto es como un fantasma que flota en el ambiente y que te hace creer que existe una manera de expresarse que puede no ofender a nadie. Pero pensar eso es totalmente estúpido. No tiene ningún sentido. La gente tiene opinión sobre todo y  se ofenderá o no según las circunstancias.
Lo políticamente correcto te hace volverte un poco gilipollas, porque al final comienzas a buscar eufemismos para todo.
En el caso de los humoristas, lo políticamente correcto lo que provoca es una ausencia de oxígeno, ya que los humoristas son como los niños: van buscando límites. 
Cada vez es más  frecuente oír hablar de los límites del humor. El problema es que quién habla de ellos, no suele ser humorista. Se dice que está mal hablar de algo y de según qué manera, porque eso significa frivolizar. Y, por lo visto, no se puede frivolizar.
Pero yo cada vez que oigo decir algo así, pienso en que, precisamente, lo que hace el humor siempre es frivolizar. Y frivolizar no tiene porque ser malo. Frivolizar significa restarle importancia a algo, rebajarlo a un nivel mundano, quitarle peso.Si no podemos frivolizar los humoristas, nos están diciendo que, en realidad, no podemos  hacer nada. Pues todo es susceptible de ser algo muy serio para alguien. Pues, por ejemplo, si yo hago un chiste en el que uno de los protagonistas muere... Seguro que si esto lo hago en televisión, alguien de entre la audiencia ha perdido a alguien cercano en los últimos dos meses. Y, probablemente, para esa persona, el asunto de la muerte sea demasiado serio, al menos en ese momento, para reírse de él.
Nos estamos acostumbrando, y sino solo hace falta fijarse en la política, a escuchar un lenguaje muy extraño en el cuál no se dice prácticamente nada, que pretende estar totalmente descargado, y que luego estamos obligados a traducirlo para poder comprenderlo.

2º bloque, preguntas generales:

(Min. 14:45- 17:23)

3) En una entrevista previa realizada a Miguel Noguera, él dijo que no se veía como un humorista aunque, claro está, era consciente de que estaba haciendo reír y de que, básicamente, le pagaban por ello. No obstante, prefería verse como un artista que hacía reír, pero no cómo un humorista. ¿Cómo se ve Berto Romero a sí mismo? ¿Cómo actor, humorista... o ni se lo plantea?
 

A mi la palabra que más me encaja es la de cómico. Pues a mi me gusta hacer comedia, ya sea como actor cómico en el teatro, o como humorista en la televisión... Mi objetivo, lo tengo claro: es hacer reír y esa es, pienso, una diferencia fundamental entre alguien como Noguera y alguien como yo. A él, si solo sorprende o provoca inquietud le vale. Y a su público también. De hecho, a veces oscila entre la carcajada más salvaje y el terror o el estupor. Es por eso que veo normal que diga que la etiqueta de humorista no le encaja.     Aunque, innegablemente, tiene una capacidad para la comedia impresionante.
En mi caso, lo tengo mucho más claro: yo busco siempre hacer reír. Y si no lo consigo, no me vale con ninguna otra sensación.




(Min. 17:25h- 22:23)

4) ¿Crees que el humor debe estar comprometido con algo más que hacer reír? (defensa del arte, intención política, función ética, etc.).
 

Es un tema que me planteo, pero no creo que sea condición sine qua non del humor tener un compromiso con nada más que hacer reír.
El humor, para mi, es en su forma más pura, es lo que mueve hacia la hilararidad a la audiencia. 
Creo que el humor, por supuesto, es compatible con una función ética, crítica... pero no creo que ésta sea necesaria.
A mi, particularmente, mi temperamento me lleva más hacia el humor de evasión. A mi la actualidad me amarga. Y como mi prioridad es mantenerme alegre y predispuesto a lo cómico, me inclino más a la ficción. Al humor sin cargas.
Aunque está claro que, si lo reflexionas de una manera más general, como una especie de transmisión de códigos éticos, de valores... Me parece difícil poder negar que cada humorista deje algo de él en su humor y, por tanto, algo de su bagaje más allá de su función cómica.
A mi lo que sí que me preocupa es que mi humor se vuelva agrio. La acritud es una elemento del humor que le puede funcionar a determinados humoristas, pero que a mi me resulta venenosa.
Si, por algún motivo, intento transmitir voluntariamente algún mensaje de tipo ético, político... siempre lo hago desde una especie de inocencia. Aunque sea fingida. Porque la alternativa es ponerme muy serio, enfadado y punzante. Y eso a mí no me sale. Ni me favorece.




(Min. 22: 24-  31:43)

5) En una entrevista previa que concediste a Bajoaragondigital te preguntaron sobre el hecho de que Beppe Grillo (cómico) fuera candidato a las Generales en Italia y lo extrapolaban a una posible candidatura tuya en España: tus comentarios acerca de de tu función cómica definiéndola como “buscar hacerlo mal” (adrede) y “hacer el tonto”, denotaban una cierta, quizás, falta de importancia del espectro humorístico en relación con la realidad seria (fusionar ésta con la otra). Es decir, una visión del humor más como entretenimiento que como una forma privilegiada de comunicar una realidad. ¿Crees que el humor merece la pena ser tratado en serio? En cualesquiera de los casos, ¿crees que se le ha tratado de tal manera?
 

Es verdad que parece que (el “mundo serio” y el “mundo del humor”) son dos esferas separadas la una de la otra, y que no es posible pasar de la una a la otra. 
Al menos, sin sufrir una penalización.Al que hace comedia se le presupone una visión ligera de la vida, frívola y que, por tanto, parece ser que le incapacita para hablar de las cosas sin esa frivolidad, con seriedad y rigor.
Aunque, también es cierto, algunas personas reivindican de la persona dedicada al humor que use, precisamente, esas armas (su acidez, su frivolidad...) para meter “caña”, en los asuntos que a la gente le importan (temas políticos, sociales...). 
Pero en mi caso, creo que no se me puede exigir este tipo de cosas, porque están fuera de mis atribuciones. A mi modo de ver, arreglar o mejorar en política, temas sociales...depende de los agentes dedicados a ello (políticos, economistas...).
De hecho, aunque haya comentado que algunas personas reivindican el papel activo de los humoristas como críticos... El sentir general del público es, ciertamente, el de poca comprensión hacia quién se trasvasa del humor a “lo serio”. Es decir, el humorista que, de pronto, comienza a manifestar muy activamente sus ideas políticas, éticas... Suele producir     un cierto rechazo (y tenemos ejemplos célebres de ello). Porque pasar de la comedia más     pura al espectro de lo serio (sin humor), parece no ser posible, al menos, sin pagar unas consecuencias. 
Y, ojo, esto tiene que quedar claro: a mi me parece perfectamente lícito que alguien manifieste sus ideas, faltaría más. Nadie debería ser penalizado por ello. Porque ese es otro problema: el de no saber diferenciar la persona, del trabajo que ejerce como cómico, por ejemplo.
 

(Nota: Lamento que, en esta pregunta, no pudiera transmitir con mayor claridad, la intención de la misma y agradezco a Berto el esfuerzo hermenéutico. Quedó claro, de todas formas, que Berto diferenciaba claramente entre dos esferas, la de lo serio y la de lo humorístico, que, por lo general, no solían congeniar y mezclar bien. Así que el humor, si lo mereciera,  no habría sido tratado seriamente, como mínimo por los públicos de los humoristas y también por sus críticos.)

(Min. 31: 44- 37:00)

6) ¿En humor todo está bien si se hace reír? ¿O concibes que, de alguna manera, se trata de comunicar una realidad diferente y, el hacerlo bien o no, es lo que fija el éxito del humorista? (Porque si solo vale con reír, el humor escatológico ya debería bastar, ¿no?).
 

Está claro que, cuando hago reír, soy yo el motor que provoca esta risa pero también es cierto que, al exhibirme continuamente, el público acaba marcando mi humor, porque me tengo que ir adaptando a él. Me debo a él. Muchas veces pruebo algo y no funciona: lo vuelvo a intentar dándole la vuelta, pero tampoco funciona. En un caso así, tampoco puedo meter la broma con calzador. Si no hace reír, pues no hace.
Soy consciente de que debo aprender qué es aquello que gusta más y qué es aquello que gusta menos a mi público.
Así que, de alguna manera, lo que prevalece es que la gente ría, y solo conmigo no basta. 


alexmesa@filosofiadelhumor.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario