jueves, 21 de febrero de 2013

Contra el sentido común



En estos días en que me hallo preparando una charla para el ciclo de conferencias que "Filosofia viva" organiza en Granollers (más info. en esta web), he topado con unas valoraciones que Richard Rorty hacía sobre el discurso metafísico, contraponiendo éste a la emergencia de lo que el mismo bautiza como discursos ironistas (entrar a explicar qué son y significan los discursos metafísicos y los discursos ironistas excede en mucho la pretensión de esta reflexión; quién esté realmente interesado, que consulte la obra, traducida al castellano, de Rorty "Contingencia, ironía y solidaridad").

Lo interesante de lo rescatado de Richard Rorty para este artículo , es cuando versa sobre el sentido común. Decía Descartes, que el sentido común era, efectivamente, el más común de los sentidos, pues todo el mundo decía estar provisto de una gran cantidad de él. Obviamente, su expresión no era sino irónica. Pues bien, quizás tampoco debiera parecernos tan interesante estar dotados de una gran cantidad de sentido común. Pese a que parezca lo lógico. Pese a que parezca el último reducto, por ejemplo, de lo exigible a nuestros responsables políticos, a nuestros médicos, a nuestros profesores...

El sentido común es englobado por Rorty dentro de las características del discurso metafísico. Es una característica fundamental del razonador clásico. Pero bien, lo interesante es preguntarse: ¿qué significa poseer sentido común?

Poseer sentido común es más arriesgado de lo que, en un principio, pudiera parecer. Pues poseer sentido común significa dar por sentado que nuestro léxico último, es decir la base para la justificación de nuestras ideas (nuestros fundamentos lingüísticos que son injustificables; nuestros axiomas) si es último en algún sentido, es porque es verdadero. Es decir, el sentido común da un gran paso entre la no-justificación de nuestro léxico último (por razones de base), a la convicción de que ni es justificable es porque no es verdadero. Osease, el sentido común no se cuestiona nuestro léxico último.

Así, partiendo de la base, se produce el efecto siguiente: poseer sentido común significa no cuestionarse los fundamentos de nuestro mundo y nuestro conocimiento.



CC; Imagen de dominio público (fuente: www.clker.com)
Una postura tan lógica, tan predicada y tan querida, es incompatible, por ejemplo, con el desarrollo científico: ¿cómo hubiera sido posible todo avance hasta el momento sin cuestionarse las ideas (muchas veces preconcebidas) de cada campo?, ¿cómo será posible seguir avanzando si no seguimos cuestionando las ideas que ahora damos por sentadas?

No es cuestión de caer en un escepticismo facilón y creer que ningún conocimiento es posible. Pero si que es importante no apalancar ningún conocimiento. La crítica. He ahí la mayor enemiga del sentido común. Quizás por esto, la palabra crítica sea concebida en un ámbito coloquial con una connotación negativa. Y no debiera serlo. La crítica es la que nos hace fuertes. La crítica significa juzgar continuamente algo, no para destruirlo sino para observar si es lo suficientemente fuerte para prosperar. Y si no prospera es porque no merece la pena.

Tener sentido común es, en realidad, fácil. Y cómodo. Acceder a un paquete de ideas, de conocimientos, de palabras... de mundo, en definitiva. Acceder, decía, y no cuestionarse nunca la validez o la idoneidad de esto y aquello. Es, realmente, cómodo.

A veces también es un requerimiento. Tener sentido común puede sernos útil en muchas ocasiones. El cuestionamiento perpetuo puede ser agotador. Pero no se puede predicar el sentido común como manual de vida. El sentido común ha hecho poco por la humanidad. Hubiera sido de sentido común no cuestionar a nuestras autoridades intelectuales: Platón, Kant, Newton, Einstein... Pero sin ese pertinente cuestionamiento... Mejor hubiera sido criar escribas, muchos escribas. Para hacer copias y más copias.

Y en tú vida personal: cuestiónate que está bien o que está mal. O que es lo más idóneo en cada momento. No des por supuesto que lo que dicen de ti, o lo que te dicen sobre algo, es lo que vale. Cuestionarse las cosas no es negarlas, pero tampoco es afirmarlas de primera. Es evaluarlas. ¿Acaso no es esto algo sensato?

Por ello he considerado tan interesante indagar en algo así como una "filosofía del humor", porque el humor rehuye de este sentido común. Sin ser una herramienta para el conocimiento, sin pretender armar teoría alguna, es una herramienta de cuestionamiento que, incluso aún cuando parece absurdo, nos abre la mente mucho más allá de lo que nuestro queridísimo sentido común, pudiera hacer nunca.


Alex Mesa

21-02-2013



                                       Nota: Está permitido  reproducir parcial o totalmente este artículo siempre y cuando se cite la fuente (la dirección web) y el autor original. Queda prohibida  la venta o utilización de este artículo con fines económicos sin previa consulta al autor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario